Cuando entré a casa, estaba todo a oscuras por el corte eléctrico.
Era algo realmente tenebroso. Al minuto escuché ráfagas ensordecedoras y
eso me obligó a despegarme de la puerta y lanzarme por el costado de un
sofá. Estaba en casa,refugiado y asustado. Allí tirado en el suelo,
cerré mis ojos y recuerdo no haber visto mi pesadilla, solo oscuridad.
La moto que me
atemorizaba en los sueños desapareció y los muertos también. Cuando empecé a reírme ya relajado por la desaparición de mis pesadillas, el ruido de la calle me paralizó: muchas motos empezaron a transitar y mujeres con niños gritaban con dolor por las muertes de los enfrentamientos que ocurrieron en esa noche roja, fría y oscura.
atemorizaba en los sueños desapareció y los muertos también. Cuando empecé a reírme ya relajado por la desaparición de mis pesadillas, el ruido de la calle me paralizó: muchas motos empezaron a transitar y mujeres con niños gritaban con dolor por las muertes de los enfrentamientos que ocurrieron en esa noche roja, fría y oscura.
Fui
al baño, me retiré los lentes y los limpié con un pañito. Me quité la
ropa que estaba muy empapada de sudor, la tiré al suelo y me bañé. El
agua estaba fría y me terminó de congelar, pero ya estaba muy relajado.
En casa ya me sentía poco seguro aún con el miedo de que un antisocial
tumbara la puerta de mi casa. No recogí nada y busqué una vela para
iluminar un poco mi oscura casa. La prendí y me puse a leer un libro en
mi cama y concilié sueño.
Cuando
me desperté ya se había suspendido el corte eléctrico. Duré un tiempo
largo en la cama. Me levanté con dificultad en una mañana dorada, con
trazos del verdadero artista que dibuja los tonos tan bellos
que adornaban las paredes de mi casa. Me paralicé viendo el espectáculo.
También estaba muy contento del resultado de haberme enfrentado aquel
miedo: ya no tenia más pesadillas. Todo se había acabado o por lo menos
mis pesadillas porque el miedo, el miedo es lo que me hace sobrevivir.
Fui
al baño y mi cara se transforma en desesperación, había mucha sangre en
el. Cuando más entro en consciencia, más sangre veo. Sangre en las
paredes, sangre en la ducha, sangre en el lavamanos. Había sangre en mi
ropa y sangre en el pañito que limpié los lentes. Había mucha sangre y
yo no tenía ninguna herida. La sangre estaba allí y me recuesto con
mucho miedo, debido a que recordé todo lo que había pasado en aquella
noche con la cabilla en la mano golpeando a lo que más me atormentaba,
la moto.
Inconscientemente, me
levanté y lavé todo el baño. Traté de borrar cada rastro de
sangre. Vi mi cuerpo en el espejo sucio y me noté limpio. Las gafas
estaban oscurecidas y con un poco de limpiador brillaron como siempre
lo hace. Me vestí incómodo y pensativo del por qué tanta sangre en donde
me duché. Las imágenes no se tardaron en venir y me repetía la imagen
cuando golpee con todas mis fuerzas a aquella moto. También el momento
cuando fui golpeado por ella y choqué contra un carro. No cesaba de
repetirme si aquel muchacho estaba vivo y me buscaría. En ese momento,
caí en cuenta que lo que hice en vez de enfrentarme a la pesadilla, cree
un chivo expiatorio en donde mi pesadilla se volvió a aquel motorizado.
Eso conlleva a que sabía que estaba en problemas si me reconociera.
Salir
de casa fue lo más difícil. En el momento que salía de casa, recibí el
llamado de una de mis empleadas, esperando que yo abriera el local.
Salgo y tengo que dar hacia la calle y estaba tranquila. Cuando llegué,
unos de los que tomaron cerveza conmigo en la noche anterior, esa noche
roja, me dijo algo que cambió completamente mi psiquis: El motorizado
que había golpeado estaba muerto por el golpe que le dí, era el jefe de
una de las bandas más activas de mi sector, enemigo principal de los
"justicieros" y que el susodicho era hijo del Jefe civil de la parroquia
de la "fecha de la libertad" que es a donde vivo.
"Fecha
de la libertad" es un nombre irónico para un lugar a donde yo tengo que
vivir casi militarizado. En donde la vida mía es juzgada por la manada
de personas de camisas holgadas, porros, gorras y lentes de colores. No
solo ellos, también de personas que visten de acuerdo a lo que piensan
que son ellos, emulando lo sórdido de una noche, y el color de la
nefasta sangre. Otros sin embargo, se visten con la confianza y creo que
son los más peligrosos. "Fecha de la libertad" es una montaña en
proceso de ser liberada por los "holgados", por los "justicieros" o por
los policías.
Llego a donde mi
negocio y lo abro. Todos mis empleados van a sus puestos, pero llevando
el chisme en la boca. Todos querían tener información. La más vieja de
mis empleadas que me trataba como si fuera mi madre me habló de las
pesadillas que ella tiene: ver a sus hijos y nietos muertos. Se quejaba
pero hasta allí. Pensaba que podía hacer más, pero mi conciencia
me decía: <<¿Recomiendas que se tome la justicia con las propias
manos?>> Entonces no decía nada, ante mi convulsionada mente.
Muchos llegaron al
negocio, hasta que llegó un personaje singular. La vieja tuvo que
retirarse al baño y yo me quedé al frente de la venta. Recordaba viejos
tiempos a donde mi mamá me obligaba a trabajar en ese puesto. Me llegó
un muchacho con la gorra volteada, camisa holgada y con los ojos rojos
con pupilas dilatadas. Estaba sudado y se notaba que había llorado.
Sabía quien era, le llamaban el "Uzi" y había estudiado conmigo.
Después de escucharlo recordé algo espeluznante. Hace
varios días cuando salí temprano de mi casa, me encontré con cinco
cuerpos tirados en la calle. Al final de esa calle estaba él con un arma
gris matando a otros. Este fue el personaje que se montó en la moto y
destrozó a aquellos cuerpos. Es aquel piloto que originó mi pesadilla.
Era aquel que casi cobró mi vida.
Lo
escuché. Estaba pidiendo dinero para el entierro de su padre, al que yo
le provoque su muerte. Aquella victima, un terrible victimario llamado
"Pesadilla" hijo del viejo "holgado" convertido en jefe Civil de mi
parroquia llamado "Sentencia". Tanto "Sentencia" como "Uzi" estaban
destrozados y buscaban el asesino que mato a su ser querido. Por lo que
escuché todo apuntaba a un "justiciero". Al darle una colaboración para
la corona fúnebre éste me da las gracias y me dice que lo buscará hasta
en el infierno el que haya matado a su padre. Que no descansará y
humillará a todos si es necesario, inclusive a mí, para obtener su
venganza.
Venganza, que es el pan nuestro de cada día.
El relato es ficción, la moraleja y las entrelineas, no.
Escrito por: Maharba Fulov (J. A. Barreno)
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