domingo, 15 de junio de 2014

Relatos Sangrientos 4: Noche Oscura

Cuando entré a casa, estaba todo a oscuras por el corte eléctrico. Era algo realmente tenebroso. Al minuto escuché ráfagas ensordecedoras y eso me obligó a despegarme de la puerta y lanzarme por el costado de un sofá. Estaba en casa,refugiado y asustado. Allí tirado en el suelo, cerré mis ojos y recuerdo no haber visto mi pesadilla, solo oscuridad. La moto que me
atemorizaba en los sueños desapareció y los muertos también. Cuando empecé a reírme ya relajado por la desaparición de mis pesadillas, el ruido de la calle me paralizó: muchas motos empezaron a transitar y mujeres con niños gritaban con dolor por las muertes de los enfrentamientos que ocurrieron en esa noche roja, fría  y oscura.

Fui al baño, me retiré los lentes y los limpié con un pañito. Me quité la ropa que estaba muy empapada de sudor, la tiré al suelo y me bañé. El agua estaba fría y me terminó de congelar, pero ya estaba muy relajado. En casa ya me sentía poco seguro aún con el miedo de que un antisocial tumbara la puerta de mi casa. No recogí nada y busqué una vela para iluminar un poco mi oscura casa. La prendí y me puse a leer un libro en mi cama y concilié sueño.

Cuando me desperté ya se había suspendido el corte eléctrico. Duré un tiempo largo en la cama. Me levanté con dificultad en una mañana dorada, con trazos del verdadero artista que dibuja los tonos tan bellos que adornaban las paredes de mi casa. Me paralicé viendo el espectáculo. También estaba muy contento del resultado de haberme enfrentado aquel miedo: ya no tenia más pesadillas. Todo se había acabado o por lo menos mis pesadillas porque el miedo, el miedo es lo que me hace sobrevivir.

Fui al baño y mi cara se transforma en desesperación, había mucha sangre en el. Cuando más entro en consciencia, más sangre veo. Sangre en las paredes, sangre en la ducha, sangre en el lavamanos. Había sangre en mi ropa y sangre en el pañito que limpié los lentes. Había mucha sangre y yo no tenía ninguna herida. La sangre estaba allí y me recuesto con mucho miedo, debido a que recordé todo lo que había pasado en aquella noche con la cabilla en la mano golpeando a lo que más me atormentaba, la moto.

Inconscientemente, me levanté y lavé todo el baño. Traté de borrar cada rastro de sangre. Vi mi cuerpo en el espejo sucio y me noté limpio. Las gafas estaban oscurecidas y con un poco de limpiador brillaron  como siempre lo hace. Me vestí incómodo y pensativo del por qué tanta sangre en donde me duché. Las imágenes no se tardaron en venir y me repetía la imagen cuando golpee con todas mis fuerzas a aquella moto. También el momento cuando fui golpeado por ella y choqué contra un carro. No cesaba de repetirme si aquel muchacho estaba vivo y me buscaría. En ese momento, caí en cuenta que lo que hice en vez de enfrentarme a la pesadilla, cree un chivo expiatorio en donde mi pesadilla se volvió a aquel motorizado. Eso conlleva a que sabía que estaba en problemas si me reconociera.

Salir de casa fue lo más difícil. En el momento que salía de casa, recibí el llamado de una de mis empleadas, esperando que yo abriera el local. Salgo y tengo que dar hacia la calle y estaba tranquila. Cuando llegué, unos de los que tomaron cerveza conmigo en la noche anterior, esa noche roja, me dijo algo que cambió completamente mi psiquis: El motorizado que había golpeado estaba muerto por el golpe que le dí, era el jefe de una de las bandas más activas de mi sector, enemigo principal de los "justicieros" y que el susodicho era hijo del Jefe civil de la parroquia de la "fecha de la libertad" que es a donde vivo.

"Fecha de la libertad" es un nombre irónico para un lugar a donde yo tengo que vivir casi militarizado. En donde la vida mía es juzgada por la manada de personas de camisas holgadas, porros, gorras y lentes de colores. No solo ellos, también de personas que visten de acuerdo a lo que piensan que son ellos, emulando lo sórdido de una noche, y el color de la nefasta sangre. Otros sin embargo, se visten con la confianza y creo que son los más peligrosos. "Fecha de la libertad" es una montaña en proceso de ser liberada por los "holgados", por los "justicieros" o por los policías.

Llego a donde mi negocio y lo abro. Todos mis empleados van a sus puestos, pero llevando el chisme en la boca. Todos querían tener información. La más vieja de mis empleadas que me trataba como si fuera mi madre me habló de las pesadillas que ella tiene: ver a sus hijos y nietos muertos. Se quejaba pero hasta allí. Pensaba que podía hacer más, pero mi conciencia me decía: <<¿Recomiendas que se tome la justicia con las propias manos?>>   Entonces no decía nada, ante mi convulsionada mente. 

Muchos llegaron al negocio, hasta que llegó un personaje singular. La vieja tuvo que retirarse al baño y yo me quedé al frente de la venta. Recordaba viejos tiempos a donde mi mamá me obligaba a trabajar en ese puesto. Me  llegó un muchacho con la gorra volteada, camisa holgada y con los ojos rojos con pupilas dilatadas. Estaba sudado y se notaba que había llorado.  Sabía quien era, le llamaban el "Uzi"  y había estudiado conmigo. Después de escucharlo recordé algo espeluznante.  Hace varios días cuando salí temprano de mi casa, me encontré con cinco cuerpos tirados en la calle. Al final de esa calle estaba él con un arma gris matando a otros. Este fue el personaje que se montó en la moto y destrozó a aquellos cuerpos. Es aquel piloto que originó mi pesadilla. Era aquel que casi cobró mi vida. 

Lo escuché. Estaba pidiendo dinero para el entierro de su padre, al que yo le provoque su muerte. Aquella victima, un terrible victimario llamado "Pesadilla" hijo del viejo "holgado" convertido en jefe Civil de mi parroquia llamado "Sentencia". Tanto "Sentencia" como "Uzi" estaban destrozados y buscaban el asesino que mato a su ser querido. Por lo que escuché todo apuntaba a un "justiciero". Al darle una colaboración para la corona fúnebre éste me da las gracias y me dice que lo buscará hasta en el infierno el que haya matado a su padre. Que no descansará y humillará a todos si es necesario, inclusive a mí, para obtener su venganza.

Venganza, que es el pan nuestro de cada día.

El relato es ficción, la moraleja y las entrelineas, no.
Escrito por: Maharba Fulov (J. A. Barreno)

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